Partiendo del consenso de que la iglesia católica es una institución, rápidamente entendemos que es una agrupación de intereses comunes, liderada en lo inmortal y espiritual por Cristo y en lo perecedero y terrenal por el Papa y su Junta Directiva, o sea los Cardenales. En una pretensión por hacer transferencias entre lo religioso y lo corporativo, estas líneas están dedicadas a develar la cara profesional de Jorge Mario Bergoglio, hasta convertirse en el Papa Francisco, representante máximo, institucionalmente incuestionable, de Cristo en la tierra.
Voy a prescindir de los detalles biográficos, con foco en lo que ha sido su plan de carrera. Si quisiera, le podría dar connotaciones más espirituales que terrenales, pero no vendrían al caso.
Como mejor opción, me decanto por lo evidente y cotidiano de la información que está a la orden de la sabiduría popular y que llega a manos de lectores curiosos, por medio de muchos escritos sobre el catolicismo, la iglesia y el Papa Francisco.
Sin entrar en refugios dogmáticos o literales, persigo resaltar la similitud de terminologías que nos hace fácil pensar en la iglesia católica como una empresa, cuyo objetivo estratégico, en principio y muy superficialmente, es ganar adeptos a su fe.
Para vacunarse contra los prejuicios, me anticipo en confesarme como una católica light, cuyo incentivo para escribir este artículo ha sido mi admiración por el estilo gerencial del Papa actual.
Nótese que he utilizado la palabra gerencial donde naturalmente no cabe y es que, anticipa una atmósfera de analogía entre lo santo del catolicismo y lo terrenal del mundo empresarial.
Finalmente, me estoy refiriendo a Jorge Mario Bergoglio, quien no es un santo sino un hombre de carne y hueso.
Cuando nos adentramos en el historial del popular Papa Francisco, primero por latino albiceleste y segundo por el arrojo que imprime en sus mensajes, se descubre un plan de carrera incuestionablemente evolutivo. Su discurso está definido por un objetivo estratégico, desde la perspectiva organizacional, muy claramente enfocado en recuperar adeptos a la fila de la comunión y la confesión, entre los grupos de los divorciados, homosexuales, indígenas, padres solteros, entre otros. Entonces, ha capitalizado estas circunstancias más que cotidianas y de la vida real, que históricamente han estado relegadas al plano del pecado o del olvido, en el discurso papal que le ha precedido.
El Papa Francisco tiene una política declarada de puertas abiertas, que se corresponde a la moda corporativa universal, que no es más que volverse accesible y disponible, sin agendas previas para su equipo de trabajo, es decir para sus sacerdotes, cardenales y demás estructura, incuestionablemente jerárquica. Ha vuelto a las bases, tal como los líderes minimalistas en las empresas lo practican, para motivar a sus empleados: Rememorar en un lenguaje simple los diez mandamientos y las bienaventuranzas, que traducidos al mundo empresarial consistiría en revivir los valores corporativos.
El Papa Francisco es Técnico-Químico de formación secundaria, Filósofo y Teólogo de Licenciatura y Educador de vocación. En algún punto de su formación ingresó a las filas de un seminario hasta recibir la orden sacerdotal, lo que equivale a una certificación formal, como paso básico para ocupar una carrera técnica en las empresas.
Además de Consultor, fue Director Espiritual y Confesor. Me pregunto si estas Descripciones de Cargos, en caso de existir, se parecerían a la de los Consultores Externos que se contratan en las empresas para desarrollar un proyecto, cuando las habilidades internas no son suficientes; o a las del Director de cualquier Unidad de Negocio que aunque sus fines sean más pragmáticos que espirituales, al final dirigen a un “algo” y a un “alguien”; o por último, a la del Coach que juega un papel entre confesor y consejero de los que se han desviado de su plan de carrera, así como los católicos de vez en cuando nos alejamos de Dios.
Tuvo algunos sponsors que lo hicieron su estrecho colaborador y lo guiaron en cómo posicionarse como un profesional de alto desempeño y con alta exposición hacia el Vaticano, la casa matriz. Lo mismo que está en el programa de desarrollo de quienes buscan asumir posiciones en otros países y tener responsabilidad regional. Estar en la lista de los elegibles para la dirección máxima es una cuestión destinada para unos pocos y el jesuita argentino, Jorge Mario Bergoglio, lo logró. Figuren por un momento, que nos estamos refiriendo al CEO de una multinacional, tal vez la más multinacional de todas, con empleados y seguidores alrededor del mundo y esto, sin entrar en detalles del presupuesto o del revenue de ventas.
Con una formación internacional en Alemania, se convierte en Obispo Titular de Auca, Provincia de Argentina y en Auxiliar de Buenos Aires. Muchos profesionales del mundo empresarial, mientras se preparan para un próximo paso, asumen un doble rol para probar que son capaces de liderar retos más complejos, la mayoría de las veces, sin que esto se vea reflejado en ajustes en su compensación. No sé cómo estamos con este tema en la santa empresa, pero cuando tenga mayores detalles estoy segura que merecerá un nuevo artículo.
Ser Obispo significa recibir el sacramento del orden sacerdotal en máximo grado y sus funciones son de control y vigilancia del cumplimiento de las leyes de la iglesia en el territorio designado. O sea, tiene algo de Contralor, Abogado y Auditor, por dejarlo en roles que son parte de la estructura del común de las empresas. En las grandes, es muy frecuente encontrar toda una vertical especializada en controlar que se cumplan las normas y es cuando entonces, la biblia encontraría su homóloga en los códigos corporativos.
Ocho años después, lo designan Arzobispo primado de Argentina, como paso previo a convertirse en Arzobispo de Argentina y Cardenal. Nadie puede dudar, llegado a este punto, que se ha tratado de una carrera hecha paso a paso, con un desenvolvimiento extraordinario, según las premisas de medición de desempeño que tenga la iglesia católica. Entre sus habilidades blandas destacan la humildad y la sencillez, como sello de liderazgo.
Mario, antes de devenir Papa, estuvo relacionado a los hechos del 11 de Septiembre, en Nueva York. Intuyo, con el objetivo de fortalecer el mensaje católico en medio de la situación de terrorismo. También, se caracterizó por fijar posiciones públicas, desde la perspectiva religiosa, ante las complejas circunstancias económicas y políticas de Argentina. Hechos como estos son el símil de las asignaciones de desarrollo que se fomentan en las corporaciones, con los empleados de mayor potencial para que ganen exposición, liderando proyectos clave. Cabe mencionar, que ambas lo pusieron al frente de eventos de categoría mundial.
Si hurgamos en sus antecedentes familiares, lo que mejor le ha venido heredar para los fines de su vida profesional ha sido su historia italiana, país sede de la casa matriz de la empresa en cuestión.
Entiendo que habla en alguna medida, italiano, inglés, francés, alemán y español. Ser políglota es una habilidad propia de los líderes corporativos de categoría mundial.
En el 2005 casi canta victoria, quedando en segundo lugar, cuando Ratzinger fue elegido como el Papa Benedicto XVI. En el cónclave siguiente, finalmente logró honrar su sólida trayectoria profesional con el nombramiento máximo, previo a la beatificación, a la que puede anhelar un hombre de carne y hueso que se ha formado en la institución de la iglesia católica: Papa, Obispo de Roma y Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. Lo demás está reservado para los ángeles y los arcángeles.
Mi familia me cuenta que en una visita que hizo el carismático y dulce Papa Juan Pablo II a Venezuela, yo fui bendecida directamente por él. Ésta es la imagen casi exclusiva que tenía de un Papa, hasta que el modernísimo pero riguroso Papa Francisco ocupó su posición. Cualquier ciudadano del mundo, católico en alguna medida, debe haber vivido su propia experiencia de esta transición, pero me aventuro a decir que la gran mayoría estamos de acuerdo en que Francisco es un Papa inclusivo, firme, simple y cercano. ¿No son estas cualidades que nos gusta ver en los líderes empresariales?
Como evidencia final, recuerdo que en una visita que hice al Vaticano con mi esposo, él notó inmediatamente cuál era la estrategia de Mercadeo que se estaba cocinando. Aunque Ratzinger estaba al mando, las estampillas, calendarios, libros y demás souvenirs hacían ver que el Papa Juan Pablo II estaba más vivo que nunca. De Ratzinger había muy poco. Me hizo pensar en que la iglesia católica tiene muy bien identificado el estilo de liderazgo que vende más y lo comprobó cuando el humo blanco favoreció al primer latino en ser nombrado Papa en la historia.
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